Es la técnica más adecuada para combatir los signos del fotoenvejecimiento (manchas, rojeces, pérdida de toxicidad y aspecto apagado de la piel).
Se produce un calentamiento de la piel de manera controlada estimulando la producción de colágeno y eliminando las lesiones pigmentarias (manchas) y vasculares (capilares). Además proporciona luminosidad y mejor textura de la piel del rostro.
Es un tratamiento muy seguro y cómodo que produce una ligera sensación de quemazón, transitoria. No precisa anestesia y no requiere un periodo de recuperación. Después del tratamiento el paciente se puede maquillar y hacer una vida normal. Las «manchas» y las «venitas» tratadas permanecen «irritadas» entre 5-7 días.
Se recomienda realizar entre 2-3 sesiones con una periodicidad mensual para conseguir buenos resultados. Con la primera sesión ya se observa una desaparición de manchas y venitas, y progresivamente se observa una mejoría en la calidad de la piel y una disminución de arrugas superficiales. Posteriormente, se pueden realizar una sesión anual para mantener los resultados.
Lo ideal es combinar esta técnica con otros tratamientos como toxina botulínica (para tratar las arrugas de expresión), ácido hialurónico (para mejorar arrugas y surcos del tercio medio facial), o productos inductores de colágeno (hilos tensores, Radiesse o Sculptra) para tratar la flacidez.