Al igual que nosotros, la piel evoluciona a lo largo de la vida, adaptando sus ritmos y sus necesidades a cada etapa de nuestra existencia. Por eso, no podemos tratarla siempre del mismo modo, ya que es un órgano en constante evolución y tendremos que adecuar los cuidados según sus demandas.
Aparte de los cuidados generales, hay que tener muy presente el tema del cáncer de piel y importancia de la prevención. Tenemos el ejemplo más notorio en el caso de la piel, ya que muchos cánceres comienzan a fraguarse 20 o 30 años ante de manifestarse.
Así que tenemos que considerar que nuestro compromiso con el cuidado de la dermis debe ser un trabajo a largo plazo, pensado para toda la vida y no sólo para el momento. Por eso, es necesario que nos ocupemos de la salud de nuestra piel desde la infancia hasta la tercera edad.
Niñez
Durante esta etapa la piel de los niños, especialmente de los lactantes es hasta 10 veces más sensible que la de un adulto y no se desarrolla por completo hasta cumplidos los 3 años. Por eso debemos prestar especial atención en protegerla de la luz solar, no solo usando cremas solares, sino también evitando exponer a los pequeños a la luz directa, siempre cubriéndolos con ropa y gorros, y buscando la sombra.
En cuanto a la higiene del bebé, es importante hacer cambios de pañal muy a menudo, utilizar geles neutros y secar bien las zonas con pliegues después del baño para evitar humedades. Para secarlo es mejor hacerlo por presión y no frotar su cuerpo.
Adolescencia
En la adolescencia una de las patologías más típicas es el acné debido a los cambios hormonales que se produce en el cuerpo. Un 90% de la población lo ha padecido en su vida y suele aparecer entre los 14 y 16 años. El acné suele causar muchos complejos y puede suponer un obstáculo en las relaciones sociales entre adolescentes, especialmente del sexo opuesto.
Pero existen diversos tipos de tratamientos que van muy bien para combatir el acné. Hay tratamientos tópicos (antibióticos, retinoides, el peróxido…) y por otro los sistémicos (fototerapia, láser o peelings químicos).
Una cosa muy importante a tener en cuenta es evitar quitar los granos ya que pueden dejar cicatrices, ni tampoco exponerse demasiado al sol porque puede producir un efecto rebote.
Otro problema típico durante la adolescencia es el bronceado, ya que por su necesidad de integración social, los adolescentes son los más propensos a acudir a cabinas de bronceado o a exponerse al sol sin tener en cuenta los riesgos. Hay que concienciar en la moderación a la hora de tomar el sol, siempre con protección solar y en ningún caso utilizar una cabina de bronceado hasta la mayoría de edad.
Madurez
A partir de los 20 años, factores como la edad, el cansancio, la contaminación, la falta de sueño y el estrés afectan a nuestra salud y por consiguiente a nuestra piel. Además. algunos malos hábitos como el tabaco, el alcohol, las drogas o la comida basura también tienen efectos negativos sobre la piel.
Así que es importante evitar estos malos hábitos y llevar una dieta adecuada. Sin ir más lejos, en esta etapa más del 90% de la población manifiesta algún tipo de trastorno cutáneo, que puede deberse a afecciones como la diabetes, obesidad, reacciones a medicamentos, problemas de corazón o hepáticos, alergias o exposición a condiciones climáticas adversas, productos químicos, etc.
A partir de los 25-30 años es recomendable usar cremas hidratantes o humectantes para mantener la piel hidratada. Además se puede combinar con serum con antioxidantes o con cremas regeneradoras nocturnas, pero siempre con cuidado de que no provoquen reacciones frente al sol.
La limpieza de la piel es fundamental; lavarla por la mañana con agua para eliminar la grasa acumulada y utilizar productos específicos antes de ir a dormir para desmaquillar o limpiar la cara de la suciedad acumulada durante el día ayudará a limpiar los poros y recuperar los tejidos.
Tampoco es muy recomendable utilizar agua muy caliente o abusar de jabones, desodorantes o perfumes agresivos. Y para prevenir las arrugas, nada mejor que usar protección solar, no fumar y aplicar ácido retinoico. Aunque lo mejor es acudir a un dermatólogo para que ponga el tratamiento adecuado según el tipo de piel.
Tercera edad
En esta edad las capas más superficiales de la epidermis se deprimen y dejan de fabricar colágeno lo que provoca una falta de elasticidad y descolgamiento de la piel. El proceso de renovación celular también se ralentiza dando lugar a flacidez y a las temidas arrugas.
Ahora es cuando veremos si hemos hecho un buen trabajo con nuestra piel, ya que la prevención de malos hábitos desde la juventud nos hará tener una dermis en mejores condiciones.
Como siempre, evitar la exposición descontrolada al sol, ya que es una de las causas principales del envejecimiento cutáneo. Se suele decir que la mejor crema antiarrugas es el protector solar.
Y no olvidarnos de hidratarnos por dentro y por fuera, además de hacernos una revisión de toda la piel al menos una vez al mes.
http://fundacionpielsana.es/
Comments are closed.